miércoles, 29 de julio de 2009

Estos días, o mejor dicho, este último mes, me la pasé mirando películas durante todas las madrugadas de julio. Algunas también en otros momentos del día, pero fueron las menos. Me es inevitable pensar cada vez que veo una película "por qué no me puede pasar esto a mi?". En su mayoría, son películas europeas, las veo en el canal Europa Europa o en I-sat, en un ciclo de películas francesas, y es precisamente lo que me pasó ayer lo que quiero comentar. A las 0.26hs, empezó en I-sat (en este ciclo) una película llamada "El señor Ibrahim y las flores del córan", si no me equivoco, del año 1993. Como suelo hacer, me sumergí en la historia al tal punto de sentirme dentro de la misma, sintiendo las tristezas y alegrías que ocurrían allí. Cuando el film terminó, me quedé un poco bajoneada, por el simple hecho de que nunca me ocurrió una situación como algunas de las que aparecen en estas películas que veo. También pensaba, que siempre soñé con viajar a Europa de adolescente, y mandarme las macanas que se mandan los personajes por esas callecitas, careeteras, cafés y hoteles. Más que macanas, son aventuras.
Después de seguir meditando un buen rato, me propuse lo siguiente: recibirme y trabajar duro para poder cumplir uno de mis sueños. Tan sólo espero que no sea muy tarde y que pueda tener una historia parecida a las de estas peculiares películas. Pero quien sabe que me deparará el futuro quizás cuando menos lo espere puede pasar lo que anhelo, o de una manera mejor. Por lo pronto, aunque me haya bajado de la nube un ratito, sigo soñando e imaginando, eso no me lo quita nadie y siempre me logra sacar una sonrisa.

lunes, 27 de julio de 2009

Me quedan 15 minutos para irme, asi que voy a escribir algo, lo que sea, cualquier cosa que se me cruse por la cabeza. Mmm, mejor voy a evadir algunas cosas, jaja.
A ver, ya se, invento un cuentito rapidito.


Había una vez, en un lejano reino, una alcachofa que ses entía muy inutil por el simple motivo de ser una alcachoda verde y redondita. Solamente se movía si el viento la movía y siempre rezaba para que ningún humano o animal la agarrase para ser parte de su ingesta. Tampoco quería que le pasen otro tipo de cosas, pero la que más le asustaba era ser la cena de alguien. Un buen día, sopló un fuerte viento y logró transportar a la pequeña alcachofa al patio trasero de una hehicera. Cuando se vio allí, temió por su jóven vida, ya que vio como la hechicera se acercaba a ella. Esta señora pudo captar los tristes pensamientos de la pequeña hortaliza y se dio cuenta que no se sentía a gusto con su vida por sentirse inutil. Entonces, con mucho cariño, la hechicera llevó a la alcachofa a su casa y la investigó cautelosamente. La pequeñita se sentía atemorizada, no sabía que planeaba esta mujer y fue por tanto miedo que por primera vez en su corta vida, comenzó a llorar. La hechicera le dijo que no se asuste, que la iba a ayudar a convertir sus sueños en realidad y que nunca más viviría con culpa y tristeza. Fue asi, que la mujer comenzó a preparar conjuros y pociones y roció a la alcachofa con un líquido rosa de un buen aroma. Luego de unas palabras raras, la hortaliza cobró forma de mujer. Fue el momento más importante de su vida, era una hermosa joven capaz de hacer todo lo que se proponga.
Desde aquel día, la hechicera y la joven fueron buenas amigas y sintieron que sus vidas habían dado un giro de 180 grados.

Fin.